El Lunes Santo, a pesar de lo que pudiéramos pensar, no fue un día especial. Fue un día más de Merced y Coronación, de Jesús sacramentado real y eternamente presente en nuestro caminar.
Es verdad que los Lunes de Semana Santa imprimen un carácter especial a nuestras vidas en hermandad, pero, no es, sino el reflejo de lo que nuestra Hermandad es y significa para todos y cada uno de los que componemos esta gran familia Mercedaria.
Volvimos a ver caras que no vemos durante el año, por motivos de trabajo, de lejanía geográfica o por cualquier otro que cada cual pueda tener. Sin embargo, el denominador común para todos nosotros es la sonrisa, cuando Ella llega a su casa después de que su Hijo, Humilde Rey coronado, le espera en su paso tras la esforzada y reconfortadora estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, para rendir pleitesía nuestro Sagrado titular, el Santísimo Sacramento del Altar.
Y todos este cúmulo de, sensaciones, de cariños, de afectos almacenados durante un año, eclosionan en vida, júbilo y alabanza a quien nos dio la Vida, la eterna, la Duradera, la que recibimos de manera gratuita por el sacrificio de nuestro Señor.
Por ello, queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los que de una manera u otra hicieron posible nuestra fraternal Estación de penitencia. Porque devolvisteis gratis vuestro cariño, vuestro esfuerzo, vuestro sacrificio, que de manera también gratuita recibisteis de vuestra Hermandad durante todo el año e hicisteis posible nuestro cuarto voto Mercedario, el rescate de almas de la esclavitud del pecado, seguro que muchos se vieron libres de “sus” cadenas al veros pasar delante de sus ojos, de los de la cara y de los del alma.
Gracias a todo el Cuerpo de nazarenos, esforzados y a veces injustamente olvidados, siendo sin duda el “alma mater” de nuestra querida Hermandad. Sin vosotros este sueño Mercedario no sería posible. Nazarenos redentores en el silencio de vuestra oración.
Gracias a los pequeños que nos regalan cada año su manera particular de hacer su estación de penitencia, andando como los mayores o en brazos de sus padres, o familiares, hasta que puedan calarse su antifaz mercedario de penitente y empiecen a contar como hacemos nosotros, los años por Lunes Santos de Merced enamorada. Sois sin duda la cara visible de la sonrisa que se dibuja bajo el antifaz de cada uno de los hermanos de nuestra Cofradía.
Gracias acólitos esforzados y raras veces valorados. Penitentes de lujo y de dignidad manifiesta. Luz y ofrenda aromática de nuestra Cofradía hacia nuestros Sagrados Titulares. Haciendo fácil una de las labores más difíciles de nuestro cortejo penitencial.
Gracias capataces y costaleros de nuestra Hermandad. Portadores orgullosos de los altares efímeros de nuestros Sagrados Titulares. Ocultos tras vuestros antifaces de metal y madera. Ojos de los que no ven y músculo que reza en cada chicotá.
Gracias, músicos de Coronación y Tubamirum. Vosotros hacéis más grande y solemne nuestro mensaje, nuestra oración. ¡Que derroche! de elegancia, de arte musical, de esfuerzo sobrehumano llevando hasta la cotas más altas de riqueza musical vuestro trabajo extenuado. Contrapunto musical en nuestro Lunes Santo. Trabajaderas de lujo detrás de los pasos de nuestros Titulares. Hacéis posible cada año lo que dijera San Agustín sobre rezar cantando, y a fe que los padrenuestros y avemarias salen de vuestros instrumentos en redoblada oración hacia Ellos.
Gracias, eternos servidores que estáis siempre presentes cuando hace falta acompañar a un hermano indispuesto, o portar, durante kilómetros y kilómetros, agua para saciar, en parte, algo de sed de la que se sufre en silencio por Amor a nuestros titulares. Artífices de la demostración más palpable de que no venimos a ser servidos, sino a servir y entregar todo por los hermanos.
Gracias, a los que fueron la sanidad de nuestras filas nazarenas. Que despliegue de Caridad, sencillez, profesionalidad y Amor. Gracias por evitar que nuestros cuerpos no se rompiesen antes de volver con nuestra misión cumplida a nuestra Casa.
Gracias a nuestro equipo de redes sociales. Como siempre, volvisteis a conseguir hacer partícipes de nuestro Lunes, Santo a los que por distintos motivos no pudieron estar físicamente con nuestro cortejo. Vuestro cirio, vuestra insignia, fueron cámaras, móviles y micrófonos, atentos siempre a poner delante de nuestros ojos lo mejor de nuestra estación de penitencia, el resumen de un año entero de noticias, eventos y cultos en más de 9 horas de plasticidad visual cofrade.
Gracias en fin a todos, a ese “todos” universalmente extenso, los que habéis hecho posible este sueño para muchos, una bellísima realidad para todos los “mercedarios de pro”. Desde el que lleva la escalera, el cantarillo del agua costalera, el que mantiene viva la llama de nuestra fe en la candelería y los guardabrisas, el que hace los bocadillos, que es la paga bien ganada de nuestros hermanos penitentes al regreso, a las fuerzas de seguridad que protegen nuestro caminar y evitan que seamos presa del tráfico .
Y a Ellos, verdadero motivo de nuestros desvelos, sacrificios entrega. No habrá suficientes Lunes Santos en nuestras vidas para devolveros los que nos regalasteis un día, pero os pedimos, Señor y Madre nuestra, que nos deis fuerza para seguir haciendo el mejor Lunes Santo de nuestras vidas.
Hermanos como decimos siempre, ¡Hasta el final contigo, Señor mío! , ¡Hasta el final contigo, Madre mía!