CORDÓN DE ORO, CORDÓN UMBILICAL

El pasado viernes, se llevó a cabo el reconocimiento de la Hermandad a los hermanos que cumplían 25 y 50 años de permanencia ininterrumpida en la misma.

Compartimos la reflexión que nos ha llegado por parte de uno de ellos.

Cincuentena años no son nada. Nada que no se merezca estar muy agradecido, para tan poco servido.
No hay duda que se recibe más de lo que se da. Cómo atreverse a ajustar cuentas habiendo encontrado un patrimonio tan excepcional e inesperado: una segunda casa, una segunda familia, una primera y primordial devoción a tu entera disposición. Una cantera indispensable de amistades y relaciones, incluida la que concluye en tu matrimonio. Una cuadrilla interminable y perenne de amigos costaleros y costaleros amigos, muchos de los cuales, para colmo, son tus hermanos.
Gracias de corazón, de emoción y devoción a mi querida e indispensable hermandad de la Merced, por darme tanto ..a cambio de tan poco. Gracias por “dorar” la vida de este insignificante metal que represento, apenas un latón cincelado y generosamente dorado en este magnífico taller humano que representa la cofradía, a la que un feliz día de principios de los setenta decidimos entrar, casi sin pedir permiso. Las puertas abiertas de par en par y mucho por hacer; fundamentalmente, vivir y dejarse la vida en ella. El tiempo y la madurez te van convenciendo que en el empeño, quien más se construye es uno mismo.
No conozco otras formas de vida en profundidad pero, en este caso, vivir en hermandad representa toda una opción de fe y de cómo mantener esa llama, casi siempre encendida. Siempre ha habido un pabilo, dispuesto y generoso, para remediar el apagón. Procurando dar tu rayito de luz a quien se encuentra en mayor oscuridad que la tuya.
La mejor empresa que se pueda soñar. Hasta los jefes son divinos. Y sagrados. Al fin y al cabo, siempre son Ellos los que trabajan por y para ti. Bastará limpiar alguna candelería, montar algún altar de cultos, los farolillos de una caseta o regar unas macetas de cruz de mayo, levantar martillos, -comenzando, si es posible, por los de ferretería-, ..para así poder entrar en esa plantilla en las que tan bien se paga, que tan bien se cobra, aunque puedas pensar que te cuesta dinero . Bendita nómina. Afortunadamente, no todos los saldos se miden en la misma moneda.
A Ti, Merced, qué te puedo decir que ya no sepas. Nunca has tenido en cuenta mis ausencias, mis errores, mis dejaciones. Siempre levantas el castigo, porque ..nunca lo impones.
Nunca te alejas, porque nunca nos cortas el cordón umbilical y maternal que nos une y nos reúne.
Se siente uno dichoso, orgulloso, ..privilegiado, de tener una madre para siempre. De esas que por la vida, por el día y por la noche, -y hasta por la calle-, nunca te pierden la mirada. Que no te dejan caer, aunque uno se dedique a dar chicotás caminando hacia atrás, que no de espaldas a la Virgen.
Cincuenta años no son nada, para lo que aún nos queda pendiente quererte.
Bendita sea tu pureza, me enseñó mi madre. No me dejes Madre mía. Hasta el final contigo.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies